viernes, 19 de febrero de 2010

Transgénicos (I): Más de 100 campos de experimentación de OMG

El aumento de la población, la reducción de las tierras fértiles a causa de la proliferación de la construcción y la contaminación, además de los grandes intereses mercantiles existentes, la modificación genética en los alimentos se dibuja como una positiva solución a los problemas de producción alimentaria, que en el fondo no es otra cosa que una ganga de explotación económica para las multinacionales, que a su vez cuentan con el apoyo de los Estados, disfrazado, eso sí, con la careta del progreso y lo saludable.

El producto transgénico cuenta con escasos estudios, lo cual impide tener un firme posicionamiento a favor o en contra, pero acudiendo a la sensatez, la posición más razonable es la prudencia, algo que no liga demasiado bien con la necesidad del urgente beneficio económico capitalista por el cual se basa cualquier empresa hoy en día. Sin embargo, aunque pocos, los estudios existen y no es que se estén sacando buenas notas sobre estos novedosos productos alimentarios. A pesar de esto y otras evidencias como la contaminación del 30% de la cosecha de arroz estadounidense ocurrida en Arkansas por el arroz transgénico no autorizado Liberty Link desarrollado por la empresa Bayer CropScience subsidiaria de la alemana Bayer AG, este tipo de empresas siguen manteniendo campañas agresivas para introducir este mismo arroz transgénico en los mercados de Brasil, Europa, África y Asia, pese a los graves riesgos demostrados que representa para la salud.

Para ampliar más la información sobre este tipo de productos y el peligro que conllevan, además de señalar a los permisores que dan luz verde a la experimentación, implantación y mercantilización, os dejo con unos artículos extraídos del Periódico Diagonal el cual pone el tema en perspectiva de una manera sencilla y clara. Los documentos los partiré en tres números, quedando los siguientes títulos en orden inverso:
Transgénicos (I): Más de 100 campos de experimentación de OMG
Transgénicos (II): Tansgénicos: un peligro para la salud / La debacle del arroz de Bayer en EE.UU.
Transgénicos (III): La hora de la soberanía alimentaria


Más de 100 campos de experimentación de OMG
Desde 2008 no se publican las actas de la Comisión Nacional de Bioseguridad informando en qué campos del Estado se cultivan Organismos Genéticamente Modificados. Empresas como Pioneer, Bayer o Monsanto tienen las puertas abiertas para experimentar.

Pese a que los últimos estudios demuestran los riesgos de los alimentos y los cultivos transgénicos, el Estado español abre sus puertas a las multinacionales del sector permitiendo la experimentación al aire libre en 100 municipios. la información sobre estos experimentos es confusa porque las actas de la Comisión Nacional de Bioseguridad no se publican desde 2008.

“Tenemos constancia de que se llevan años haciendo experimentos con semillas transgénicas al aire libre sin que los Concelhos, en el caso de Galicia, los ayuntamientos o las organizaciones sociales tengan conocimiento de ello. Desde el Ministerio y la Xunta nos han ocultado información”. Así lo declaraba para DIAGONAL Charo Sánchez, agricultora y secretaria de medio ambiente del Sindicato Labrego Galego (SLG) tras descubrir informes de campos de ensayo de maíz al aire libre realizados en 2008 en los concelhos de Arteixo o Santa Uxía. “Algo que desde la Administración nos habían negado. Ha sido como un jarro de agua fría”.

La información sobre los cultivos experimentales con organismos genéticamente modificados (OGM) sigue siendo oscura y confusa. Los campos de prueba al aire libre son, normalmente, parcelas arrendadas por las multinacionales a agricultores y agricultoras para probar nuevas variedades transgénicas (maíz, patata, remolacha o algodón, entre otras). Ensayos que forman parte de los protocolos previos exigidos por la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria para autorizar el cultivo comercial de nuevas variedades de OGM.

Un proceso por el que ya pasó el maíz MON810, el único transgénico que se cultiva comercialmente en el Estado español de manera legal, a pesar de haber levantado ampollas en la sociedad civil por sus consecuencias sociales o medioambientales. De hecho, el pasado mes de octubre, el Ministerio de Medio Ambiente Rural y Marino (MARM) reconocía por primera vez la existencia de personas afectadas por contaminación de sus cultivos con maíz transgénico MON810. Un peligro que se multiplica con los campos experimentales de transgénicos, cuyo cultivo comercial está prohibido por su falta de garantías, ya que ni siquiera han pasado por un trámite previo que evalúe su seguridad.

La competencia en el Estado español para autorizar estas pruebas a campo abierto es del MARM. En las solicitudes de las empresas se recogen unos protocolos de seguridad como la eliminación de la muestra. “Tras finalizar la cosecha, las plantas se destruirán por un medio adecuado, generalmente por trituración o enterramiento”, expone Monsanto en uno de sus pliegos para plantar maíz Nk603. La representante del SLG, Charo Sánchez, es tajante: “A eso no se le puede llamar eliminación de residuos. Esa contaminación queda en el suelo. El Ministerio sabe que por todo el territorio hay parcelas y parcelas con organismos transgénicos enterrados. Además, los principios de precaución no garantizan absolutamente nada. Sabemos por estudios que 200 metros de distancia con otros cultivos no es una barrera real de seguridad. Estos protocolos de ensayos y de residuos son los que las propias empresas proponen, no el Ministerio”.


A todas luces la seguridad parece escasa. “Hemos visto lugares, como Fraga, donde el principio de precaución no se había llevado a cabo. Simplemente habían pasado con una máquina para arrancar los restos del cultivo. Quedaban un montón de mazorcas por el suelo”, apunta Rosa Binimelis de la plataforma catalana Transgènic Fora.

Para Andoni García, responsable de Seguridad Alimentaria y Medio Ambiente del sindicato agrario COAG, no hay seguridad en cuanto hay una experimentación a campo abierto. “Con la investigación que se ha hecho no está garantizado que no existan consecuencias nocivas. Posiblemente haya habido contaminación de experimentales con otros cultivos, pero como sólo se analiza lo ecológico es difícil saberlo”.

Además de la inseguridad, el secretismo acompaña este tipo de ensayos. “Hemos comprobado que cuando se hacen cultivos experimentales no se avisa ni a la población ni a los vecinos”, declara la representante de Transgènic Fora.

Lo cierto es que la autoridad competente, el MARM, no está obligada a avisar a las localidades donde se realiza la prueba. “La última palabra siempre la tiene el Ministerio; las Autonomías están supeditadas, aunque también pueden tener un posicionamiento claro y negarse”, resume Charo Sánchez. De hecho es imposible saber qué campos se han concedido o no y qué experimentos se están llevando a cabo, ya que esa información debería salir publicada en las actas de la Comisión Nacional de Bioseguridad (CNB), documentos que no ven la luz desde 2008.

Según las últimas solicitudes publicadas por el Ministerio, entre 2009 y 2011, hasta 100 localidades de todo el estado Español se habrán convertido temporalmente (de 6 a 12 meses) en laboratorios a campo abierto de la agroindustria. Pioneer, Monsanto o Bayer, entre otras, se reparten autonomías para sus ensayos. “El concelho de Lalín intentó localizar la ubicación exacta de los campos en su territorio”, revela Sánchez. “Llegó hasta a contactar con Monsanto, que era quien tenía solicitados los campos. También lo intentó Chantada, pero ambos fracasaron. Es muy pre- ocupante que incluso a la propia Administración local le nieguen datos. Esta situación es una muestra de la gran complicidad entre las multinacionales y los gobiernos”, añade.

“Es muy complejo. Hay muchos vacíos legales por los que formalmente no se hace nada irregular pero que generan situaciones complicadas”, afirma Sira Rego, concejala de Medio Ambiente de Rivas Vaciamadrid. Esta localidad consiguió paralizar una solicitud de experimentación con maíz en su territorio. “No nos comunicaron nada porque en principio nos dijeron que no tenían por qué hacerlo”. Para Sánchez, la situación es vergonzosa. “Es un tema social que está afectando a toda la ciudadanía. Debe ser debatido y explicado”, concluye.

¿Sólo regalos?

Regalos, comidas o muestras gratuitas de semillas son algunas de las estrategias que la agroindustria despliega para atraer a agricultores y agricultoras. La revista de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) relata cómo en septiembre de 2009 una delegación del sindicato recorría Estados Unidos invitada por Monsanto. El objetivo de este viaje, según la UPA, fue “visitar varios centros de investigación agraria, así como explotaciones dedicadas al cultivo del maíz, la soja y la remolacha”. Durante una semana esta delegación recorrió fincas de experimentación de cultivos y se reunió con distintos expertos de Monsanto en materia de agua o mejora genética. Como colofón y siempre usando la expresión “agricultura familiar”, visitaron dos explotaciones de remolacha tolerante a herbicidas. “UPA valora muy positivamente este viaje”.


Secretismo y riesgos de los organismos genétiamente modificados (OGM)

La Comisión Nacional de Bioseguridad
La CNB, dependiente del Ministerio, es la encargada de elaborar los informes que dan el visto bueno a los experimentos con transgénicos. Está compuesta por 46 miembros, de los cuales tan sólo siete son representantes científicos. Sus miembros están cercanos a la agroindustria.

Algodón
LLa solicitud de Bayer para experimentar con algodón tolerante a herbicida roza la inseguridad: “Debido a las medidas tomadas en el ensayo y a que no existen especies silvestres emparentadas con el algodón en Europa, consideramos que no puede producirse transferencia de genes a otras especies ni al algodón convencional”.

Maíz
Las "buenas intenciones" acompañan a Monsanto y su maíz NK603 x MON810. “Se ha demostrado que este maíz es tan seguro y tan nutritivo como cualquier otro. Se espera que su producción impacte positivamente en las prácticas agronómicas actuales y que beneficie a los agricultores y al medio ambiente”.

Remolacha
La seguridad también está presente en la solicitud de KWS Semillas Ibérica. “El uso de remolacha tolerante a glifosato puede permitir una producción de remolacha más competitiva y sostenible, con un control de malezas eficaz y aprovechando las favorables características de seguridad de Roundup”.

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Autor: Izaskun Sánchez Aroca
Fecha: 25/01/2010
URL: http://diagonalperiodico.net/Cien-campos-secretos-de-prueba-de.html?var_recherche=100%20campos%20experimentaci%F3n
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/

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