viernes, 19 de febrero de 2010

Transgénicos (II): Un peligro para la salud

Transgénicos: un peligro para la salud
Los últimos estudios de universidades francesas demuestran los efectos nocivos para la salud del maíz importado, cultivado y consumido en el Estado español.

Desde el inicio de la liberación de los cultivos transgénicos, ya se anticipaba que estos nuevos alimentos podrían generar problemas para la salud. Pero desde hace un tiempo tenemos ya pruebas, evidencias científicas, que demuestran que la manipulación genética de cultivos alimentarios tiene implicaciones peligrosas para la salud humana. Hace sólo unas semanas se hacía público un estudio desarrollado por científicos franceses de las Universidades de Caen y Rouen, que analiza los riesgos para la salud asociados a tres variedades distintas de maíz modificado genéticamente: MON810, MON863 y NK603.

El MON810 es el único autorizado para su cultivo en la UE, y España es prácticamente el único país europeo que lo cultiva a gran escala. Los otros dos están autorizados para su importación y para consumo humano. Los científicos utilizaron los datos en bruto que la propia multinacional Monsanto usó para conseguir la aprobación de sus maíces. Obtenidos por vía judicial, es la primera vez que estos datos son analizados por investigadores independientes. Los autores encontraron evidencias de daños en hígado o riñones, y muestras de problemas en el sistema metabólico en mamíferos. También critican la forma en la que Monsanto había analizado los datos, sin seguir los estándares científicos internacionales.

Pero hay más casos de estudios que revelan riesgos para la salud de maíces transgénicos aprobados para consumo humano. En noviembre de 2008, un estudio de la Universidad de Viena, patrocinado por el Gobierno de Austria, encontró que los ratones alimentados con un maíz transgénico, conocido como NK603xMON810 tenían menos descendencia, a consecuencia directa del consumo de este maíz. Este estudio demostró que es imposible predecir los efectos de la modificación genética en la salud. ¿La ley ampara nuestro derecho a elegir? La legislación no defiende el derecho del consumidor a elegir una alimentación libre de transgénicos. Aunque existe la obligación de etiquetar los ingredientes modificados genéticamente en los alimentos, la ley no exige, por ejemplo, que los productos provenientes de animales alimentados con transgénicos estén etiquetados. Y es precisamente la alimentación del ganado el principal destino de estas cosechas. Por lo tanto, de forma indirecta, podemos estar consumiendo transgénicos por medio de productos como carne, leche o huevos. Pero hay otro agujero más en la legislación. Si un ingrediente tiene menos de un 0,9% de componente transgénico, esta información no tiene por qué figurar en la etiqueta. Por lo tanto, hay pequeñas dosis que entran en nuestra alimentación sin que tengamos ninguna posibilidad de saberlo.

Según datos de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria, entre un 15% y un 20% de los productos en el mercado que contienen maíz o soja están contaminados por transgénicos, en su gran mayoría por debajo del umbral que obliga a su etiquetado. Hay otros que directamente incumplen la ley: productos como galletas, yogures, palomitas de maíz, colorante para paellas e, incluso, alimentos tan sensibles como potitos o leche infantil. La posibilidad de contaminación se agrava al considerar que nuestro país es el mayor campo de experimentación con transgénicos al aire libre de Europa, y que la seguridad de estos ensayos no está ni tan siquiera evaluada por las multinacionales, como demuestra la experiencia de contaminación masiva del arroz de Bayer en EE UU. ¿Podemos evitar comer transgénicos? Hay varias acciones que podemos tomar para evitar los transgénicos en nuestra dieta.

> En primer lugar, no comprar productos que contengan la expresión soja o maíz “modificado genéticamente” en la etiqueta. Hay muy pocos, pero los hay: lecitinas de soja, margarinas, mayonesas...

> Evitar en lo posible los productos precocinados, ya que suelen contener harinas, almidón o aceite de maíz o soja, con alta probabilidad de estar contaminados por transgénicos sin que figure en la etiqueta.

> Consumir productos locales, de temporada y ecológicos. En caso de consumir productos animales, optar por los procedentes de ganadería extensiva o ecológica.

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La debacle del arroz de Bayer en EE.UU.
En 2006 la multinacional alemana Bayer AG desarrolló una modalidad de arroz transgénico no autorizado que contaminó el 30% de la cosecha estadounidense.

Los cultivos experimentales ya han causado estragos en otros lugares del planeta, con repercusiones a escala global. Así, en 2006 Estados Unidos vivió un episodio de crisis agrícola, cuando la empresa alemana Bayer AG, a través de su subsidiaria Bayer CropScience, desarrolló el arroz transgénico no autorizado Liberty Link, que contaminó el 30% de la cosecha estadounidense. El foco fue situado en Riceland, en el Estado de Arkansas, lugar de producción y comercialización de la tercera parte del arroz estadounidense y el más grande a nivel mundial.

Como consecuencia de esta amenaza, tanto la Unión Europea como Japón bloquearon la importación de arroz norteamericano, lo que supuso a los agricultores afectados unas pérdidas que Greenpeace estimó en 1.200 millones de dólares, derivadas de los gastos para analizar las cosechas, retirar productos, cancelar pedidos y embargar importaciones.

A todo esto se añaden las pérdidas por los daños en la imagen y la falta de confianza por parte de los consumidores. Tras el incidente, Bayer Crop- Science, que intentó evadir toda responsabilidad, alegando que la contaminación se produjo por una causa “de fuerza mayor”, fue condenada a finales de 2009 por un tribunal de EEUU al pago de dos millones de dólares en concepto de indemnización a dos campesinos de Missouri, cuyos cultivos de arroz resultaron contaminados por el cruce con la variedad transgénica Liberty Link.


Campaña agresiva

Sin embargo, la empresa no cesa en el empeño y, en la actualidad, tal y como denuncia Greenpeace, está llevando a cabo una agresiva campaña para introducir este arroz transgénico en los mercados de Brasil, Europa, África y Asia, pese a los graves riesgos para la salud que representa. El arroz, conocido técnicamente como LL62, fue modificado genéticamente para resistir altas dosis de glufosinato, un pesticida tóxico también producido por Bayer y que puede ser peligroso para los consumidores si ingieren alimentos que contengan residuos del herbicida.

El uso del arroz transgénico de Bayer conlleva un aumento en la utilización de este herbicida, que la UE sitúa entre los 22 que deberán dejar de producirse en Europa por su elevada toxicidad. Sumado a los riesgos para la salud, el informe de Greenpeace El doble problema de Bayer concluye además que el arroz transgénico de Bayer CropScience no cuenta con el mismo valor nutritivo que los arroces naturales, por lo que introducir una gama de este tipo en países en desarrollo encarecería aún más las condiciones de vida de su población.
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Autor: Sara Plaza
Fecha: 21/01/2010
URL: http://diagonalperiodico.net/Nuevo-articulo,9921.html
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/

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